Ofrece grandes cambios o variaciones según el período. La costumbre de afeitarse no apareció en Grecia hasta épocas bastante tardías. Cuando se convirtió en habitual sólo la llevaban los hombres considerados de mala costumbre o afeminados.
Según Crisipo citado por Ateneo
"La costumbre de afeitarse se introdujo en tiempo de Alejandro. Jamás se había conocido antes. [...] A pesar de que existía en Rodas una ley que prohibía afeitarse, todo el mundo lo hacía. Por eso nadie denunciaba a nadie. En Bizancio, la ley multaba a cualquier barbero que tuviera navaja de afeitar".
Dejarse barba era una costumbre bastante general. He aquí lo que dice sobre el particular Clemente de Alejandría:
"Debo también dar algunas instrucciones sobre la manera de llevar la barba y el pelo. El pelo de los hombres debe aparecer liso y corto y la barba espesa y cerrada. No es necesario que los cabellos caigan en bucles sobre los hombros, como los de las mujeres, sino que los hombres se contenten con el adorno de la barba. Si la cortan, no lo harán de entero, porque es un espectáculo vergonzoso, y ello también les hace parecer demasiado a los que la arrancan y la depilan, afeitándose hasta la piel. El salmista, lleno de admiración por la hermosa y larga barba de Aarón, derrama sobre ella en sus cantos los perfumes celestiales. Por tanto, si nos vemos obligados a veces a cortarnos la barba o el pelo por diversas circunstancias que no tienen relación alguna con el cuidado de nuestra belleza, por ejemplo, cuando el pelo, cayendo sobre los ojos, nos impide ver, o los pelos del labio superior se nos mezclan con la comida, no hay que cortarlo con navaja, sino con tijeras. Cuando los pelos de la barba no nos incomodan, guardémonos bien de cortarlos, puesto que comunican a nuestro rostro una gravedad majestuosa e inspiran a los que nos ven una especia de respeto y temor filial".
Los habitantes de Egipto tenían el cabello rizado, pero no tanto como el de la raza negra, siendo más ondulado.
El cabello era extremadamente importante y necesario para los egipcios. Lucían cabellos y pelucas con peinados bonitos gracias a la ayuda de las peluqueras. Este servicio era exclusivo de la alta sociedad.
El peinado no sólo simbolizaba una moda estética, sino que medía el Estatus Social. Los faraones, sacerdotes y princesas lucían pelucas de buena calidad con peinados muy elaborados, mientras que, el pueblo llevaba afeitada la cabeza. Los niños llevaban el cabello rasurado con una trenza lateral (Fig. 1) que al alcanzar su edad adulta la cortaban como ofrenda a los Dioses
Los egipcios sabían que el cabello continuaba creciendo aún ellos estando en el más allá. Su pensamiento era que la calvicie, las canas y la caída eran signos negativos, que trasmitía señales de vejez, enfermedad o hasta incluso la muerte. Por ello, lo intentaban mantener en buen estado.
Su color natural era negro o castaño claro, siendo más frecuente el negro. El rubio y blanco transmitían la edad de la persona. Mientras que el pelirrojo no era muy frecuente.
El estilo de corte de cabello o de peluca que se llevaba era corto o largo dependiendo de la época. Tenían flequillos rectos, raya en medio y añadían trenzas. Los dioses en forma humana tenían la barba hasta el pecho y sus puntas se enrollaban.
El Faraón Thutmosis III (1.490-1.436 a. C.) (Fig. 2) muestra una barba postiza de ceremonias. Consistía en tener pelo en las mejillas y en la zona del mentón (una barba de chivo larga), toda ella sujeta con una cinta. La largura de la barba indicaba la importancia del proveedor. Normalmente estaba trenzada y mayoritariamente en representaciones de los dioses.
Hallaron el cuerpo momificado de la reina Tiyi o Tiy (Fig. 3), esposa principal de Amenofis III (padre de Akenatón) y se ha conservado su cabello. En la imagen se puede observar su cabello rizado y un tono anaranjado.
Fig. 1 Estilo de peinado en niños
Fig. 2 Thutmosis III, usando barba postiza. Egito
Fig. 3 Momia de Tiyi
En el año 4.000 a. C. se teñían el cabello usando henna, una planta que aporta tonalidades anaranjadas o rojizas al cabello, la mezclaban con sangre de animal. Para tonalidades negras usaban el índigo. En 1.500 a. C. comenzaron a usarse pelucas de colores azul, rojo y verde.
Henna e Índigo
El cuidado y lavado del cabello era diario, alcanzaban altas temperaturas y muchos tenían los cabellos grasos, para ello se usaban una mezcla de jugos cítricos, que limpiaba el cuero cabelludo dando un aspecto suave y brillante. A continuación, se le hidrataban con aceite de almendras para suavizar. Y para finalizar se fijaban o sellaban la forma mediante el uso de ungüentos de cera de abeja, que mantenía la forma del peinado durante mucho tiempo y soportaba altas temperaturas.
Para lograr los tirabuzones en las pelucas, de forma temporal enrollaban el cabello en palitos de metal calentado, y el otro modo era en palitos de caña redonda, aplicaban cera y una vez secos se rompían las cañas y el rizo quedaba rígido.
En el Papiro de Ebers, anteriormente mencionado, hay diversos escritos sobre tratamientos capilares. Usaban ungüentos a base de grasa de cabras, leones, cocodrilos, serpiente e hipopótamos. También hombre y mujeres usaban pata de perra, galga, carozos de dátiles y la herradura de un asno, cocidos en una olla con aceite. La masa o ungüento se lo aplicaban en la zona donde había escasez capilar. Después se agregaban esencias aromáticas.
Empleaban el aceite de ricino y de romero, cuyas propiedades aportaban fortaleza y crecimiento al cabello. Era otra alternativa ante la disminución capilar y poder ralentizar así la calvicie. Las canas se evitaban untando en la cabeza una mezcla de aceite y el cocimiento de sangre de ternera, res y culebra negra.
♥ Toda esta información ha sido sacada de varias páginas de Internet, programa de televisión Discovery Max e información de National Geographic.