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viernes, 14 de mayo de 2021

LA HISTORIA DE LA BARBA

Ofrece grandes cambios o variaciones según el período. La costumbre de afeitarse no apareció en Grecia hasta épocas bastante tardías. Cuando se convirtió en habitual sólo la llevaban los hombres considerados de mala costumbre o afeminados.

Según Crisipo citado por Ateneo 

"La costumbre de afeitarse se introdujo en tiempo de Alejandro. Jamás se había conocido antes. [...] A pesar de que existía en Rodas una ley que prohibía afeitarse, todo el mundo lo hacía. Por eso nadie denunciaba a nadie. En Bizancio, la ley multaba a cualquier barbero que tuviera navaja de afeitar".


Dejarse barba era una costumbre bastante general. He aquí lo que dice sobre el particular Clemente de Alejandría: 

"Debo también dar algunas instrucciones sobre la manera de llevar la barba y el pelo. El pelo de los hombres debe aparecer liso y corto y la barba espesa y cerrada. No es necesario que los cabellos caigan en bucles sobre los hombros, como los de las mujeres, sino que los hombres se contenten con el adorno de la barba. Si la cortan, no lo harán de entero, porque es un espectáculo vergonzoso, y ello también les hace parecer demasiado a los que la arrancan y la depilan, afeitándose hasta la piel. El salmista, lleno de admiración por la hermosa y larga barba de Aarón, derrama sobre ella en sus cantos los perfumes celestiales. Por tanto, si nos vemos obligados a veces a cortarnos la barba o el pelo por diversas circunstancias que no tienen relación alguna con el cuidado de nuestra belleza, por ejemplo, cuando el pelo, cayendo sobre los ojos, nos impide ver, o los pelos del labio superior se nos mezclan con la comida, no hay que cortarlo con navaja, sino con tijeras. Cuando los pelos de la barba no nos incomodan, guardémonos bien de cortarlos, puesto que comunican a nuestro rostro una gravedad majestuosa e inspiran a los que nos ven una especia de respeto y temor filial".




 

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